- Área: 327 m²
- Año: 2011
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Fotografías:Hector Santos Diez
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Es posible que las cabañas entre los árboles hayan estado en el origen del proyecto. Puede que nuestros hórreos también. Añoramos esos momentos de juegos infantiles. La propia configuración del terreno nos acompaña; en medio del parque, aislados, entre árboles, terreno en pendiente…
Una sola planta por razones de uso y accesibilidad. El acceso en el encuentro con el punto más alto del terreno. Zaguán habilitado para dejar los carritos y cortavientos nos introducen en el edificio, que se organiza en cinco franjas funcionales paralelas. Una sala de usos varios reparte juego; hacia el norte, los espacios servidores con acceso independiente; despacho, vestuario de personal, cocina y sala de instalaciones. Un primer filtro con roperos y aseos, aulas conectadas entre ellas y balcón-zona de juegos hacia el sur, dominando el campus universitario.
Cuatro pantallas de hormigón abujardado soportan el edificio. Asumen así mismo la subida y bajada empotrada de las instalaciones de abastecimiento de agua, saneamiento, electricidad, telecomunicaciones y geotermia. Dos losas horizontales, también de hormigón, resuelven suelo y techo. Se aprovechan los necesarios refuerzos estructurales para generar juegos volumétricos en las partes vistas, recuerdo de los soportes de los hórreos cercanos.
El cerramiento, de termoarcilla, con aislamiento continuo por el interior trasdosado con cartón yeso. Revoco de mortero pintado por el exterior y celosía de madera de cedro tratada con una mano de lasur verde. Al tiempo que le confiere la imagen final al edificio colabora en su acondicionamiento térmico, al actuar como parasol tanto en la parte ciega como en los diferentes huecos. Se reduce de esta forma el aporte solar a todo el cerramiento y se genera un filtro ventilado.
Los huecos en planta, y sobre todo el patio central, facilitan la generación de ventilaciones cruzadas que permiten la reducción de consumo energético artificial en verano. La buena orientación de las aulas actúa a la inversa en invierno, al favorecer el aporte solar.